Escribí sobre el baile, el ballet concretamente, porque es algo que amo, algo que amé incluso antes de empezar a gustarme escribir. Así que he fusionado los dos sentimientos que me evocan bailar y redactar y los he plasmado de una manera que a algunos les parecerá "rara", pero para aquel que baile, y ame la forma en la que el cuerpo se mueve bajo el embrujo de la música, desde luego que le gustará y que lo entenderá a la perfección.
Aquí lo dejo:
Es como un baño de agua fría en pleno verano; es como la sal en los labios, como el agua fundiéndose con el azúcar en un vaso de cristal. Es miel en la lengua, es el sabor del frío azotando la cara. Tan suave, tan tierno, tan abrasador.
Es como sentir que no sientes. Dejar de lado al mundo. Dejarte llevar por las notas arrancadas a sangre fría; pero no es tu crimen, tú solo eres cómplice de algo grande, maravilloso, aterrador.
Crees que todo acaba, que ya no importa lo que importaba, que lo único que merece atención es girar sobre la punta de los pies, sin parar, sin miedo.
Sentir el sudor en tu cuerpo, prueba de tu valía, de tu esfuerzo. De que lo has conseguido o lo intentas. Sentir que lo único bueno es amar, amar aquello que has amado, que sigues amando.
Y piensas que todo se reduce al polvo a tu alrededor, que no hay más en el mundo que tú, que tu música, que tu corazón latiendo a mil por hora. Y ese sabor a victoria, ese sabor parecido a la sangre porque te has hecho daño y no te has dado cuenta. Pero tampoco importa de verdad. Porque bailas. Y eso es todo lo que merece la pena en ese momento.
Besos y...
*Gracias por este pequeño infinito*