domingo, 5 de octubre de 2014

Harry Potter y la Piedra Filosofal

Hoy terminé Harry Potter, el primer libro, y de nuevo, me he enamorado de otra saga. Advertidos quedan, he vuelto a las andadas, y esta vez con una saga de siete libros nada menos.

Como ya había visto muchas de las películas, el factor sorpresa falló, pero no pasa nada, porque disfruté como nunca con mi querido nuevo amigo Harry Potter y sus fieles compañeros Ron Weasley y Hermione Granger.

Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables tíos y el insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el Colegio Hogwarts de Magia. A partir de ese momento, la suerte de Harry da un vuelco espectacular. En esa escuela tan especial aprenderá encantamientos, trucos fabulosos y tácticas de defensa contra las malas artes. Se convertirá en el campeón escolar de quidditch, especie de fútbol aéreo que se juega montado sobre escobas, y hará un puñado de buenos amigos... aunque también algunos temibles enemigos. Pero, sobre todo, conocerá los secretos que le permitirán cumplir con su destino. Pues, aunque no lo parezca a primera vista, Harry no es un chico normal y corriente: ¡es un verdadero mago!

Me encantó la trama, la forma de hacer que todo encaje y la verdad, hubo personajes que me encantaron. 
En primer lugar, Hermione me enamoró. Su papel es totalmente completo y muy real. 
En segundo lugar, Ron es tremendamente increíble, tan fiel a su reciente amigo con apellido famoso, y tan insoportable como la que él dice que es insoportable: Hermione. 
En tercer lugar, y aunque parezca estúpido, Draco Malfoy me pareció muy interesante, incluso atractivo y aún así, sigo odiándolo. 
Y por último, y no por ello menos importante, está el famoso director de Hogwarts: Albus Dambeldore. Es un personaje relamente entrañable, y me encantó. La forma en que da a Harry la oportunidad de enfrentarse a su destino, y le da las herramientas para ello, me parece en toda regla un acto tan irresponsable como auténtico. 

El quidditch me pareció un deporte mucho más atractivo de como lo recordaba. Siempre me han gustado más los deportes en los libros que en las películas. Me dieron ganas de formar parte del equipo de Griffindor, o de Huffelpuff, como cazadora tal vez... 

Ahora he comenzado a ser una Potterhead y voy a empezar a esperar mi carta de Hogwarts (aunque llega tarde, pues ya cumplí los 13), y a tener la esperanza de que yo no sea tan solo una muggle, que de veras pertenezco al mundo de Harry Potter...

*Gracias por este pequeño infinito*


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