jueves, 5 de junio de 2014

Ha acabado para dejar pasar a otro

Hoy quiero comentarles que hace tres días cerré el libro de Eldest y le hice un hueco en la estantería de mi salón y de mi mente, para que todo lo que sentí al leerlo, se quede físicamente en la segunda estantería de la pequeña biblioteca familiar, e íntegramente en mi corazón y pensamiento porque verdaderamente se merece ese lugar, pues ha sido totalmente gratificante para mí, haber sido testigo, como muchos otros, de las nuevas, hace tres días, y viejas, hoy, aventuras de mi ídolo en el mundo de la literatura, mundo al que pertenecí, pertenezco y perteneceré.
Eragon, fue, al empezar el primer libro, y es, al terminar el segundo, un amigo. Más bien, un compañero platónico, al que acompañé y acompaño en sus aventuras, al que entiendo y compadezco y al que ayudo con mi continua lectura a crecer y a continuar viajando por ese mundo injusto al que suelo ir cada tarde, cada mañana, cada noche y cada momento, porque por muy duro, peligroso e injusto que pueda llegar a ser, de algún modo quiero pertenecer a él, y a veces, lo consigo; por un instante soy la acompañante de Eragon, Roran y Nasuada, que quiere derrotar al Imperio de Alagesia y destruir a Galvatorix, para devolver la seguridad de los Jinetes de Dragón, y que la paz gobierne.

A veces pienso que estoy un poquito loca, o que estoy muy obsesionada, pero la verdad es, ¿quién no lo está hoy? Soy parte de un lugar llamado mundo, donde existen tesoros maravillosos que poca gente quiere y que poca gente aprecia. Esos tesoros los han adaptado de tal forma, que para que la gente los quiera, hacen de esos tesoros un insulto hacia los demás. No todo lo que leemos es literatura, y yo soy una de esas personas que valora cada libro que tiene en la estantería, o que recuerda y aprecia a aquella persona o lugar que le concedió el placer de disfrutar de la más entretenida literatura.
Cuatro de cada diez personas en el mundo leen libros, y yo estoy dispuesta a transmitir esta pasión que siento para que aquellas personas que odien leer, vean que esto es los más maravilloso que tenemos, el placer de las palabras.
Yo crezco con mis libros, yo soy un poquito de La ladrona de libros, de Ana Frank, de Eragon, de Mia, de las hermanas March, de Hanna (Hanna, el pequeño ángel), de Enrico (El lago de los ensueños), de El Principito, y de todos aquellos libros que, me gustaran o no, quedaron en mí. Este es el verdadero legado que nos entrega cada autor de su mente cuando cogemos su libro y lo abrimos para empezar a leer...
 Atentamente, La autora de Dormida en los laureles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario